- ¿Remembranza?
Shally
asintió con la cabeza, mientras hundía su cara en el agua y sacaba
los pies a flote al otro lado de la bañera. Aquel día, después de
hacerle el amor reiteradas veces ella le confesó que esa era su
palabra preferida. John nunca había oído nada semejante en boca de
nadie, pero a él le pareció curioso e inusual que ella escogiera un
término para definirse a sí misma.
- Toma la cámara. - Recordó al instante el tono de su voz en su memoria. - Haz de este momento mi remembranza.
Y
gustosamente volvió a la habitación sobre sus propios pasos y tomó
entre sus dedos la vieja cámara que aún guardada en el armario
esperaba a ser rescatada de las garras del olvido, donde hacía años
que la había arrojado olvidándose por completo de su máquina y su
función.
John
volvió al cuarto de baño, ansioso por retratar el cuerpo de la
mujer que amaba completamente desnuda, y le resultó sorprendente
comprobar lo bella que estaba detrás del objetivo. El halo de
timidez que siempre la envolvía parecía haber caído a sus pies.
Pasó sus manos entre sus cabellos y su cabeza cayó sobre la bañera,
y con la mirada fija clavó sus ojos en él, quien a su vez le miraba
con una expresión perpleja en el rostro sin saber qué hacer.
- Vamos John...- Le animó con sus palabras .- Hoy seré tu musa.
Resultaba
increíble oír hablar de aquella manera a una mujer que apenas
cruzaba dos palabras con él al día; se había desinhibido
completamente delante de la cámara, como si aquel objeto tuviera el
mágico poder de transformarla con sólo estar cerca de ella. Pensó
en lo estúpido que había sido durante todos aquellos años en los
que se había mantenido alejado de ella, tal vez si se hubiera
percatado antes de aquel detalle ahora su relación sería más
profunda y ardiente.
El
cuerpo completamente desnudo de Shally fue fotografiado. Cada
centímetro de su piel quedó aquel día impreso en el negativo: sus
pequeños pero gruesos dedos jugando, su tatuada piel, su boca, sus
labios... Todas aquellas imágenes quedaron grabadas en aquel carrete
que con el tiempo acabó extraviándose sin llegar a ser nunca
encontrado, al igual que los pasos de ella.
Shally
tenía razón, la palabra que mejor la definía como mujer era
remembranza, y para que no se olvidara lo anotó en aquella
composición de fotografías que John le había regalado días
después de tomárselas. Lamentablemente de aquellos retratos del
pasado no quedaron recuerdos, pues el fuego es un cruel enemigo que
devora todo a su paso, aunque en aquellas imágenes estuvieran los
diez minutos más felices de la vida de Shally.
Akasha
Valentine © 2014 Cartas a mi ciudad de Nashville. Todos los derechos
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